Periodismo Explícito: Usted va a leer una nota que resume la excelencia en el Periodismo Por el Maestro Sergio Canclini. (Ver el prólogo Por Mario Diez)Prólogo
"Sergio Canclini ... este escrito es la obra de un periodista maduro. De un ser periodístico de experiencia. Un informe académico. Tiene mucho nivel. Hay un gran trabajo previo. Hay dedicación. Hay respeto y admiración justa por el personaje. No son elogios gratuitos, es una valoración después de 2 lecturas. A mi me hubiera gustado escribir así pero mi estilo fue por otro camino... "
Mario Diez
El Escrito
Valentino Rossi disputará este fin de semana su último Gran Premio mundialista en el cierre de la temporada 2021 a desarrollarse en el valenciano circuito Ricardo Tormo de Cheste. Si bien el italiano posee innumerables estadísticas, en pocas se destaca el trazado donde se celebra el GP de la Comunidad Valenciana. Es más, su vínculo con el que fuera desde 2002 la última cita del año siempre fue muy particular. Sin llegar a considerarse como una relación de “amor-odio”, la conexión que existe entre Valentino Rossi y Valencia es netamente sentimental.
La carrera ingresó al calendario mundial en 1999, cuando el astro italiano todavía luchaba por hacerse de la corona en 250cc. Una vez que dio el salto a 500cc, el particular dibujo valenciano no le cayó bien y, pese a consagrarse como el último campeón de las indomables 2T, Rossi cosechó con la NSR500 dos magros resultados: una caída en 2000 y un undécimo puesto en el año de la coronación.
Pero a partir de 2002 Cheste fue la fiesta de cierre para el campeonato del mundo de la flamante clase MotoGP y allí sí Rossi comenzó a sentirse a gusto. Fue escolta de Alex Barros cuando al brasileño le entregaron una RC211V idéntica a la del italiano, que fue campeón con varias fechas de antelación, y en las siguientes temporadas consiguió sus dos únicas victorias y con marcas diferentes.
Precisamente, la carrera de 2003 inició esa serie de situaciones sentimentales con la que se logra una conexión entre Rossi y el circuito de Valencia. Tras imponerse con la moto decorada con figuras psicodélicas al más puro estilo Austin Powers, a raíz de un concurso organizado por Repsol, Valentino Rossi y Honda anunciaron (en la posterior conferencia de prensa) su desvinculación luego de cuatro años de convivencia (en plena era de transición de 2T a 4T) y con un saldo de 33 victorias y tres títulos mundiales.
Con Yamaha, lograría la victoria al año siguiente, ya coronado campeón tras una cabalgata que arrancó con aquel increíble debut en Welkom y sumaría otro podio al año siguiente (tercero en 2005) antes de tener, en ese mismo circuito, una de las mayores decepciones de su carrera.
La emocionante temporada de 2006 fue para Rossi una escalera hacia el título que lo depositó al tope de la tabla de posiciones en el GP anterior al de Valencia, en aquella recordada carrera de Estoril cuando un novato Pedrosa colisionó con el líder provisional Hayden y un inspirado Elías le arrebató el triunfo (y cinco puntos) al campeón italiano por apenas 2 milésimas.
El fin de semana de Cheste fue todo de Rossi salvo el domingo, cuando su moto no tuvo el rendimiento evidenciado en lo previo y la necesidad por estar cerca de los puestos de vanguardia le hicieron cometer el error de la quinta vuelta. Nicky Hayden fue campeón ese día, cuando las tracas tiñeron el cielo de Valencia con un humo amarillo, el mismo color que lució ese año la M1 de Rossi.
Luego de otros tres podios consecutivos en 2008 (tercero), 2009 (segundo) y 2010 (tercero), la particular conexión entre Rossi y Valencia tuvo un nuevo episodio, esta vez con sentimiento de despedida que el propio italiano se encargó de reflejar en una carta dedicada a su moto, cuando decidió que su ciclo con Yamaha estaba cumplido y nacía el proyecto “made in Italy” junto a Ducati.
Todos sabemos cómo terminó la historia, cómo se produjo una reconciliación amorosa con Yamaha y cómo Valentino volvió poco a poco a involucrarse en el desarrollo que mantuvo adelante Jorge Lorenzo. Con paciencia, Rossi fue logrando resultados y así obtuvo la chance de pelear por su décima corona: aquella que no pudo conseguir en 2015.
La historia, también conocida, nos mostró cómo, a pesar de largar desde el último lugar en Valencia a raíz de una sanción, Rossi culminó ese GP en el cuarto lugar, por detrás de Lorenzo, Márquez y Pedrosa, sin chances de obtener el título pero felicitado por un “pasillo humano” (como reflejaron las crónicas del día) en su regreso al paddock luego de la vuelta de honor. Y aquí sí Valentino debe coincidir que fue una jornada triste, mucho más que el día del campeonato perdido en 2006.
Este fin de semana, Valentino Rossi correrá por última vez en el valenciano circuito Ricardo Tormo y será la última competencia de su vida. La última después de 431 Grandes Premios, 115 victorias, 235 podios y 9 campeonatos. La última después de 26 años poniéndole un toque muy especial al Mundial de Motociclismo, tanto arriba como debajo de la moto. No podemos asegurarlo, pero quizás tengamos un nudo en la garganta y más de una lágrima salte cuando caiga la bandera de cuadros. No importa en qué posición arribe la moto con el inconfundible #46, sería bueno que llegara al final, para recibir el saludo de todos desde los cuatro costados de ese circuito tipo estadio; para encender tal vez una última traca; para oír los aplausos y vítores de todos quienes lo admiramos y (¿por qué no?) de los otros también.
‘Ídolo’, ‘Genio’, ‘Mítico’, ‘Leyenda’, el rótulo no importa. Importa lo cosechado, lo vivido y, especialmente, lo entregado. ¡Gracias, Valentino Rossi! ¡Gracias por TODO!
Sergio Canclini